
Breve crónica de la comunicación interrumpida.
WhatsApp, Google meets, Zoom, Jitsi Meet, Gmail, etc, etc, etc. Estas son nuestras herramientas contacto, de mantenernos cerca en la cuarentena. Somos ocho, nueve, seis, cinco conectados. Vamos hablando, de repente una pantalla se pone en negro, de repente una voz queda con una latencia en loop y eco robótico, de repente un silencio en cada ventana donde nadie sabe muy bien como responder. De repente los temas se cruzan entre el listado de temas laborales y la lista de los supermercados, los precios, las nuevas aficiones, las ganas de salir. Una hora de zoom vale por cuatro. No se ven los gestos, se borronean las caras. Los turnos de habla se superponen o se suceden a destiempo y torpemente. Un acto de habla tan complejo por supuesto también depende de su medio, en este caso nuestras conexiones a internet hogareñas, que son de una calidad promedio a precio promedio: