TRES DÍAS DE FERIA, TRES DÍAS DE FIESTA
Decir “la feria fue una fiesta” es una tautología, porque feria y fiesta comparten etimología latina: un día trascendente para la comunidad que ha sido fijado en el calendario y se entrega a la celebración. Feriado es la palabra que tiene un poco de ambas, la ancha avenida del mediodía no laborable. El feriado es día de fiesta, y en la fiesta se feria.
De todos modos seremos tautológicos, porque vamos a decir que la feria, en efecto, fue una fiesta.
Estamos hablando de PyM, la Feria de Arte de pequeño y mediano formato de 2Museos, que se desarrolló en el MAC durante tres días: jueves 5, viernes 6 y sábado 7 de diciembre (mes que lleva la palabra fiesta sobreimpresa en flúo, para brillar de noche).
PyM fue una continuación de la Feria de Artes Visuales realizada en Casa Coleman en el mes de mayo. Organizada por el área de Industrias Culturales del instituto Cultural de Bahía Blanca junto a 2Museos, tomando como base el Mercado de Arte Bonaerense de la red Junta. Esa primera Feria fue una gran experiencia, no solo por la respuesta del público, y por la venta de obras, sino también por el encuentro y el diálogo que generó en el sector de las artes visuales.
Fue allí, en Casa Coleman, en el mes de mayo, que se planteó la necesidad de abrir un espacio de feria con más frecuencia, para no dejar que el impulso cediera, y el entusiasmo mermara. Planteo que se volvió propuesta y entre una cosa y otra derivó en Pequeña y Mediana, en 2Museos.
¿Por qué una feria? Porque no existen en la ciudad espacios consolidados para que los artistas visuales puedan vender sus obras. No existe tampoco el hábito de comprar piezas de arte bahiense, y en consecuencia, no hay casi compradores. En primer lugar, entonces, PyM se propone darle regularidad a un espacio de venta de obras; luego aspira a convertirse en una posibilidad de encuentro entre artistas y público, y entre artistas entre sí; y por último, aunque tal vez se trate de lo más importante, porque es hora de darle valor al trabajo de nuestros artistas, que puedan vender su obra, que se desarrolle un mercado de arte en la ciudad, que no deban migrar a otras ciudades para desarrollarse.
Jueves 5 de Diciembre: ya está el pan dulce en las góndolas, las obras en el museo, y público y artistas en la terraza del Bellas Artes abocados a la conversación, la contemplación, la masticación, y sí, la inauguración.
Acá tendremos una nueva recaída, perdón, en la etimología: el verbo latino inaugurare está compuesto con el prefijo in- que indica dirección hacia adentro y el verbo augere (hacer crecer, aumentar). De aquel augere, nuestro “augurio”, que en su origen fue un ritual destinado a fortalecer, a robustecer, para tener el ok de los hados o los dioses al momento de realizar actos públicos importantes: elecciones, votación de leyes, asambleas populares. Inaugurare es entonces tomar los buenos augurios para iniciar un proyecto de interés público.
El arte, entonces, como cosa de interés público. Así dicho, sí, es res pública. No es un juego de palabras; o sí, y está bien, porque no hay nada más vital que el juego, y jugar con las palabras es jugar a deshacer y rehacer el sentido del mundo.
Deshacer/ Rehacer el sentido: por ejemplo, ir de esa frase hecha que dice que “en esta ciudad nos conocemos todos” a la que escuchamos en el MAC los tres días de feria: “descubrí un montón de artistas que no conocía”, dicha por el público, y, sorpresa, dicha también por los artistas. Deshacer/ Rehacer el sentido: desplazarse de la repetición y la encerrona de lo conocido para abrir un mundo por conocer.
Y como el arte es amigo de la contradicción y la paradoja, se accede al inabarcable mundo desde lo pequeño y lo cercano (o pequeño y mediano): trazos diminutos que construyen paisajes del entorno, aves de por acá, cangrejos, abstracciones que derivan de los edificios de una ciudad que alguna vez se soñó moderna y en altura, la multiplicación del portal del parque de mayo, arañas que reciclan objetos electrónicos obsoletos, collages que reciclan impresos también obsoletos (¿qué cosa más obsoleta en este mundo que una revista impresa?), pinturas sobre recortes descartados de mármol, vidrios, maderas, cuero, metal, objetos al alcance del ojo y la mano, transformados por la mirada y las manos de artistas que viven en Bahía Blanca o Punta Alta.
Tres días de feria, tres días de fiesta. “Para regalar y regalarse arte”, esa era la consigna, fácil, porque el arte, en su existencia, tiene algo de regalo que nos sorprende.
Aquí las obras que se presentaron, y las y los artistas: