El inicio – 90 años del Bellas Artes

1930-1941

El Museo Municipal de Bellas Artes de Bahía Blanca abrió sus puertas el 2 de agosto de 1931, cuando aún no abundaban las instituciones de este tipo en el país. Hasta ese momento, el único museo de arte de dependencia municipal que existía era el de Rosario, el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, inaugurado en 1920. El resto de los museos de arte eran de jurisdicción provincial y se alojaban en las ciudades capitales (Santa Fe, Paraná, Tucumán, Córdoba, Corrientes, Mendoza y La Plata), más el Museo Nacional de Bellas Artes en la ciudad de Buenos Aires, fundado a fines del siglo XIX. 

En la ciudad tampoco existían otros museos. Las exposiciones y salones de arte se realizaban en espacios gestionados por particulares o en instituciones culturales como la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia. Las agrupaciones locales, como Índice y La Peña, fueron sus principales gestores y las que sentaron los precedentes más importantes en el camino hacia la institucionalización artística en la ciudad. En este sentido, uno de los eventos más relevantes fueron las exposiciones de arte celebradas con motivo del centenario de Bahía Blanca en abril de 1928. La obra de Juan B. Ragni, Mesa revuelta, que exhibimos en esta oportunidad, recibió el primer premio en dibujo en la muestra que se organizó en el Policlínico (actual Hospital Interzonal General Dr. José Penna) en el marco de estos festejos.

Todas estas iniciativas fueron impulsadas por los particulares que luego motivaron la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes, la celebración anual del Salón Municipal de Arte y la apertura del MMBA. Fue otro 11 de abril, pero de 1931, cuando tuvo lugar el primero de los salones.  A través de este concurso ingresaron las primeras obras, donadas y adquiridas, que conformaron la colección originaria del museo bahiense. En esta ocasión, exponemos las nueve obras que componían este acervo inicial. 

Frente al reducido número de obras fue necesario salir a la búsqueda de otras para montar la exposición inaugural. Particulares y artistas de la ciudad facilitaron los trabajos que se exhibieron en ese momento, alcanzando un cuerpo de veintinueve obras, todas de creadores varones. De este conjunto, solo dos forman parte de la colección institucional: Arroyo San Bernardo, óleo del bahiense Domingo Pronsato (1881−1977), donada por el autor en esa época, y el retrato Florentino Ayestarán, realizado por el español Elías Salaverría (Lezo, 1883−Madrid, 1952) y donada al Museo en 1986.

Dos años después, en julio de 1933, llegaron las obras en calidad de préstamo del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), solicitadas por Enrique Cabré Moré a inicios de su gestión (1) . La recepción de estas obras propició la mudanza del Museo a otro edificio y su reinauguración: del local de Belgrano 54 (una ex comisaría) pasó a ocupar una sala del Club Argentino, en la esquina de Av. Colón y Vicente López. 

El conjunto del MNBA estaba compuesto por veintinueve obras, y luego se completó con seis más. En su mayor parte  eran obras de artistas argentinos, provenientes del Salón Nacional de Bellas Artes u otras exposiciones oficiales. También había obras que pertenecían a su período fundacional como Restos de naufragio [1887] del español Justo Ruiz Luna (1865–1926), procedente de la colección Aristóbulo del Valle, y Nonchalance (s.f.) del francés Louis Joseph Raphael Collin (1850–1916), adquirida al artista por Eduardo Schiaffino, director del MNBA, en París en 1904.

A lo largo de la gestión de Cabré Moré, los Salones Municipales de Arte se sucedieron anualmente, algunos con mayor convocatoria que otros. Sin embargo, el reducido aumento patrimonial fue una preocupación constante a lo largo de la década. La imposibilidad de obtener un edificio debidamente acondicionado para la guarda y la exhibición de obras brindaba un panorama poco auspicioso que condicionó la capacidad de armar un acervo institucional. A esto se sumó la dificultad de sostener políticas públicas con proyección a largo plazo debido a la inestabilidad y la fragilidad que caracterizó a los gobiernos a nivel nacional, provincial y municipal durante esta época por las frecuentes intervenciones y las elecciones fraudulentas. 

En 1935, el Museo atravesó una nueva mudanza (al primer piso de O’Higgins 69) pero no sería la última a lo largo de su historia. Al igual que el inicio de otros museos públicos, lejos de tener una historia lineal, con un comienzo sin conflictos, este período estuvo atravesado por diversos obstáculos que se sortearon, en gran parte, gracias a las voluntades de agentes particulares. Las mismas voluntades que sostuvieron el primer museo de la ciudad de Bahía Blanca a lo largo del tiempo y que permitieron (y permiten) que hoy celebremos sus noventa años de existencia. 

(1) Fue el director del MMBA entre 1931 y 1941.

Patricia Basualdo

 

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