“You’re gonna wake up singin
The summer is magic
Is magic”

“te vas a despertar cantando
el verano es mágico
es mágico”.

(Playahitti, 1994).

El horizonte fosforecente con un sol, mar y palmeras. Las reposeras en la bristol, en Monte Hermoso o en Pehuencó. La costa atlántica como espacio de deseo, cada año, para miles. En el mientras tanto pasan cosas. Si hay magia es porque se siguen moviendo algunos engranajes que parecen invisibles.

Se suele pensar a un museo en términos de exposición. Se llega a una muestra terminada. Se aprecian las obras montadas. Se sabe: atrás de eso hay un proceso de trabajo inmenso de producción, montaje y curadoría. Pero incluso para que esas acciones pasen, se necesita aun más: un museo organizado, con herramientas disponibles, con un orden que permita después, si se quiere, generar desorden, armar y desarmar el espacio. Un museo listo para usar.

En eso anduvieron algunos y algunas de los que se quedaron en Enero, limpiando depósitos, ordenando cables, armando un tablero de herramientas o pintando las oficinas, mientras la térmica rondaba los 38° y se escuchaba de fondo el silbido de un hit inoxidable: the sumer is magic, magic, uh ohoh.